domingo, 6 de enero de 2008

Castaños del arroyo Franquillo



Al arroyo Franquillo se accede desde Sotillo de la Adrada, por la pista forestal que pasa por el canto de la Linde. 

 

 

En el cruce del pilón, hay que tomar la desviación a la derecha (hacia Majalobos) y de inmediato a la izquierda (hacia Las Cepedas). La mancha de castaños la encontramos en la garganta, debajo de la pista forestal. Hay un buen número de ejemplares de considerables dimensiones, con perímetros de tronco entre 4 y 6 metros.


 
Esta excursión la hice con mi sobrino Martín, el niño que aparece en las fotografías. Ha empezado ya su propio catálogo de árboles monumentales, cuyas fotografías pega primorosamente en un cuaderno. También vino su padre, mi hermano Javier, cuya compañía me sirvió de excusa para profundizar en algunos datos de botánica e historia del castaño en España...

Siempre se dijo que el castaño es oriundo de los Balcanes y el Asia Menor, desde donde primero pasó a Grecia y luego, impulsado por los ejércitos del imperio Romano, se extendió por toda Europa y el norte de África. Pero se han encontrado restos fósiles de carbón y polen de castaño en cuevas prehistóricas del norte de la Península Ibérica, de modo que se puede decir que ya era un árbol autóctono en determinados valles y reductos favorables, antes de que los romanos generalizaran su cultivo en grandes extensiones de nuestro territorio. Durante los últimos siglos el castaño ha retrocedido muchísimo, por diversas causas: las sustitución por otros cultivos (pino, eucalipto, viñas e incluso cereales), el ataque de plagas como la tinta y el chancro y, también, la adopción de hábitos alimentarios en los que el consumo de castañas apenas cabe.

Actualmente el castaño está presente en casi todas las regiones de la Península, aunque es más abundante en su mitad norte. No obstante, existen importantes manchas en Andalucía (Las Alpujarras, Aracena, etc.) y Extremadura. Incluso en las Islas Canarias podemos encontrar algunos ejemplares milenarios de enorme tamaño. 

El castaño es un árbol muy longevo, que puede alcanzar más de 1.000 años, y un enorme tamaño, especialmente en el grosor de su tronco. Es de hoja caduca, simple, alterna, lanceolada y de borde en diente de sierra. Sus flores masculinas aparecen en verano, agrupadas en largos filamentos amarillos, con las flores femeninas en la base. Una vez fecundadas, las flores femeninas se convierten en los típicos erizos, una cubierta espinosa que contiene en su interior varias castañas (semillas). Dice un refrán asturiano que "Las castañas quieren en agosto arder y en septiembre beber": de modo que el fruto termina de madurar en otoño y cae (o se varea) en noviembre, al mismo tiempo que las hojas: "Por San Cebriano, castaña en mano", dice un refán castellano. 

El castaño no empieza a dar fruto hasta que tiene 25 o 30 años, aunque luego puede estar dándolo durante muchas generaciones. Malo es eso, tal vez, para el futuro del castaño. ¿Cuántos están hoy día dispuestos a plantar algo para que el fruto lo recojan sus nietos? (Martín, ¿qué piensas tú de eso?)
 

 
Hay una historia preciosa -que escribió Rafael Sánchez Ferlosio- con un niño y un castaño. El niño se llamaba Alfanhuí y vivía y trabajaba de aprendiz con un maestro disecador, en cuya casa había un patio con un pozo y un castaño viejísimo y ... mágico. 

Tenía (el pozo) un brocal de piedra verde y un arco de hierro forjado para la polea. La polea era de madera y chillaba como una golondrina. El cubo era también de madera, sujeto con aros de hierro, como las cubas, y pesaba mucho. El pozo era muy hondo y tenía el agua muy clara. A medio nivel se veía un arco oscuro que abría una galería. Alfanhuí tenía mucha curiosidad por aquello, y un día se descalzó y bajó al pozo. Metió los pies en el cubo y se descolgó, soltando la soga poco a poco, hasta que llegó a la altura de la galería. Puso un pie en el umbral y vio que el agua le llegaba por media pantorrilla, porque la galería era más somera que el pozo. Luego se soltó de la soga y encendió una lámpara que traía. Avanzó por la oscuridad. Por debajo del agua sentía en sus pies un fondo musgoso y resbaladizo con algunos guijarros. Por las paredes bajaban hilos de agua y estaban llenas de musgo empapado, por el que corrían unos animales como estrellas de mar, muy aplastados, y del tamaño de una mano. Una gota de agua cayó sobre el candil y Alfanhuí se quedó a oscuras. Al fondo de la galería pudo ver una brecha muy angosta con una vaga luz verdosa. Siguió avanzando y el agua se hacía más somera cada vez, hasta que pisó en seco. Entró en una especie de cueva en forma de campana, cuyas paredes estaba forradas de gruesas raíces. Entendió que aquello era la base del castaño...
En las noches que siguieron, Alfanhuí y su maestro estudiaron la cuestión del pozo y del castaño. . El maestro no podía bajar a explorarlo y Alfanhuí le contaba cómo era cada cosa. Descubrieron que las raicillas que colgaban del techo eran venas que venían de las hojas y cada una de ellas iba a una hoja y subía el agua verde, para darle color. Las que bajaban eran venas de regreso, que sorbían la luz del sol a través de las láminas verdes y la bajaban al laguito. Así cada hoja tenía dos de estos hilos. Si alfanhuí sacaba del agua una de las venas ascendentes, al poco rato la hoja a que pertenecía perdía el color y se quedaba blanca. La araña era un parásito del castaño, que chupaba la luz de las venas descendentes, con una boca que tenía en el vientre, redonda y rodeada de pestañas. Se ponía debajo de los pelos de las raíces, boca arriba y agarrada con las patas a las mismas raíces e iba sorbiendo la luz de cada una por debajo del agua. Esto se veía bien, porque cuando la araña se sumergía, todo el fondo se iluminaba...
El maestro preparó varios líquidos de colores vegetales hechos con pétalos de flores o con zumo de frutas, para que fueran colores sutiles e inocuos y que no tuvieran fuerza de fecundidad, ni fueran estériles o ajenos a principios de vida. Luego mandó a Alfanhuí con una red, para que capturara a la araña y la amarrara a las paredes de la cueva. Una vez hecho esto, Alfanhuí tendió a media altura varios alambres como de tender ropa. Y entresacó de la cabellera de raíces todas las ascendentes y las dejó colgando de los alambres, de modo que no llegaran al agua. Las dividió en seis mechones iguales, porque el maestro había preparado otros tantos colores... 
 (La magia del castaño y los trabajos que el niño y su maestro hicieron con él está en el libro "Industrias y andanzas de Alfanhuí")
 
 

jueves, 3 de enero de 2008

El castañar de El Tiemblo

 

 

 

 

  

¿Un bosque sobrecogedor en medio de la niebla? Si tuviera que elegir uno, aquí cerca, sin duda te llevaría al castañar de El Tiemblo (a pie, por supuesto). Se puede llegar desde Casillas en un par de horas, subiendo por una pista forestal hasta pasar la cuerda por un collado. Se baja un poco más y ya estamos... 

 

Powered by Wikiloc
 

O bien subir en coche desde El tiemblo hasta el aparcamiento, y desde allí seguir las indicaciones... 

 

Powered by Wikiloc

En el Castañar de El Tiemblo podemos encontrar ejemplares como este:


 
Hace no más de cincuenta años los grandes castaños de este bosque estaban en pie, pero no sé por qué decidieron cortarlos casi todos. La tala fue brutal. Ahora, paseando, nos encontramos con lo que queda de ellos. Menos mal que el castaño es un árbol tozudo, que se resiste a morir, y que pacientemente rebrota y adquiere de nuevo formas y dimensiones mitológicas.

 
El "abuelo" del castañar de El Tiemblo también fue afectado por aquella "poda". Conserva un tronco enorme, de más de 12 metros de perímetro, pero desmochado y hueco.
 
 

Quedan en este bosque, no obstante, algunos ejemplares viejos que se salvaron, como éste...

 

... o como el que puedes ver otra entrada de este cuaderno dedicada al mito del árbol Huluppu.

Recordemos ahora una breve cita literaria:
 
... y no menos (altos) lo son los castaños, que es mantenimiento de gente pobre cuando les falta el pan, los cuales a veces están plantados en lugares montuosos, y así muy subjetos al ímpetu y frialdad de los vientos. Por lo cual los vistió y abrigó el Criador con aquel erizo que vemos por defuera, y después con dos túnicas, una más dura y otra más blanda que viste el fruto, que son como la dura máter y la pía máter que cercan y guardan los sesos de nuestro cerebro... ("Fragmento del "Tratado sobre las plantas y los animales", de Fray Luis de Granada)

 
Antiguamente, en muchos pueblos de España se consumían castañas todo el año. Pero a raíz de la introducción del cultivo del maíz y la patata, y especialmente a causa de los modernos hábitos alimentarios, su consumo ha decaído casi por completo. Sólo se mantiene un consumo ocasional y estacional, de carácter turístico o folklórico. Mientras que a comienzos del siglo XX la imagen de los puestos de castañas asadas, por las calles de las ciudades, era muy corriente, en Madrid este invierno he visto sólo un puesto, en la calle Carretas; no se si habrá algún otro.

No obstante, al igual que en Casillas, también en el Tiemblo la gente sigue aún recogiendo castañas en el bosque.

El árbol Huluppu


 
 
 
 
El árbol Huluppu es el primer árbol mitológico del que se tiene noticia, antecedente sumerio del árbol del Bien y del Mal de la mitología bíblica. Aparece en la Epopeya de Gilgamesh, un poema que narra las aventuras y los amores de Gilgamesh, hacia finales del tercer milenio antes de Cristo. Este poema está considerado la primera narración escrita de la historia. Fue escrita en tablillas de arcilla mediante escritura cuneiforme, hacia el año 2.300 A.C., aunque actualmente se conservan sólo las copias de la biblioteca del rey Assurbanipal en Nínive, del año 600 A.C. aproximadamente.

Gilgamesh era un personaje mítico, con tras partes de dios y una de hombre, que actuaba despóticamente de rey en la ciudad de Uruk, exigiendo continuamente jóvenes para la guerra y ejerciendo el derecho de pernada sobre todas las niñas casaderas. Sus súbditos elevaron una queja a los dioses y Aruru (la diosa madre que había creado a los hombres) lanzó un trozo de arcilla a la tierra y de ese modo dio vida a Enkidu, con el fin de que se enfrentara a Gilgamesh. Pero Enkidu nació como un ser salvaje cubierto de pelo, que en principio vivía en la estepa con los animales, como uno más de ellos, de modo que hubo que enviarle a una prostituta para que lo habilitara como hombre. La prostituta folló con él durante una semana, le enseñó las costumbre civilizadas, consiguió que los animales le rehuyeran y, finalmente, lo convenció para ir a la ciudad de Uruk. Allí se enfrentó con Gilgamesh y, al parecer, lo venció, pero entonces ambos se admiraron mutuamente, se hicieron amigos íntimos y decidieron marchar juntos al bosque de los cedros para librar al país del mal, personificado en Humbaba, una especie de demonio. Cuando mataron a Humbaba, regresaron a la ciudad, y entonces Ishtar (la diosa de la guerra y del amor) se encaprichó de Gilgamesh, pero él la rechazó. Para vengarse, Ishtar consiguió que los dioses enviaran a la ciudad el Toro Celeste, para que desecara los ríos, causara estragos entre la población y matara a Gilgamesh. Pero los dos amigos se enfrentaron al toro y lo mataron.

Tras la muerte del toro Celeste, los dioses se reúnen en asamblea y deciden en venganza la desaparición de Enkidu, que de inmediato contrae una enfermedad y muere. Gilgamesh, ante el cadáver de su amigo, se lamenta amargamente:

"¡Escuchadme, ancianos, escuchadme: / soy yo quien llora por Enkidu, mi amigo! / Me lamento amargamente como una plañidera: / oh hacha de mi costado, confianza de mi mano, / puñal de mi cinto, escudo protector, / túnica de mis fiestas, cinturón de mi gozo, / un perverso demonio ha surgido y te me ha arrebatado. / Amigo mío, mulo vagabundo, onagro de la estepa, leopardo del desierto, / oh Enkidu, amigo mío (...) / tú con quien, juntos, habíamos escalado las montañas, / habíamos capturado y matado al toro Celeste, / habíamos abatido a Humbaba, que vivía en el bosque de los cedros. / Y ahora, ¿qué sueño se ha apoderado de ti? / ¡Has perdido el conocimiento y ya no me oyes! "/ Y él, en efecto, ya no podía levantar la cabeza; / cuando tocó su corazón, éste ya no latía. / Entonces cubrió el rostro de su amigo como el de una novia, / como un águila se lanzó sobre él, / como una leona a la que han privado de sus cachorros; / va y viene sin cesar delante y detrás de él. / Arranca y esparce sus cabellos con bucles, / rasga y tira al suelo sus hermosos vestidos, como si fueran una abominación.

(Texto casi íntegro de la segunda columna de la tablilla VI del Poema de Gilgamesh, según la versión de Federico Lara Peinado)

Después de este episodio, el hilo de la historia decae: Gilgamesh adquiere un terrible temor a la muerte, y sale de la ciudad con la intención de llegar hasta Utnapishtin, el héroe del diluvio al que los dioses habían concedido la vida eterna, por haber salvado a la humanidad y a los animales refugiando una pareja de cada especie en su barco. El Noé sumerio vive en una isla en el Mar de la Muerte, y hasta él consigue Gilgamesh que lo lleve el barquero Urshanabi. Gilgamesh le pregunta por el secreto de la inmortalidad, pero Utnapishtin lo convence de que la inmortalidad está resevada a los dioses. No obstante, como premio de consolación le muestra el modo de encontrar una planta (parecida al espino albar) que tiene la virtud de rejuvenecer a quien se pincha con sus espinas. Gilgamesh tiene que bajar al abismo, atándose enormes piedras en los pies, para encontrarla. Y todo para que, finalmente, cuando la lleva de regreso con la intención de replantarla, en un descuido, mientras el esforzado héroe se lava en las aguas de una fuente, venga una vieja serpiente y se la coma. Gilgamesh, en los últimos versos, observa perplejo cómo la serpiente muda inmediatamente de piel. Luego, triste pero conforme, regresa a la ciudad.
Estarás pensando ahora que cuándo aparece en esta historia el árbol Huluppu. Por supuesto, no es ninguno de los cedros del bosque donde habita el demonio Humbaba, ni tampoco el espino cosmétido comido por la serpiente. El árbol Huluppu aparece en una última tablilla que no encaja bien en el cuerpo principal del poema. Empieza así:

Érase una vez un árbol, un huluppu, un árbol, / había sido plantado en la orilla del Eúfrates, / había sido regado por el Eúfrates, / al cual la violencia del viento del Sur arrancó sus raíces ...


Una mujer lo encuentra y lo traslada al jardín de la diosa Innana en Uruk. Innnana lo cuida con la intención de fabricarse un trono y un lecho con su madera, pero observa que el árbol no crece como es debido, porque en sus raíces ha puesto su nido la serpiente, porque en su copa ha puesto su nido el pájaro Imdugud, y porque en su tronco habita la virgen Lilith, un espíritu maligno con cuerpo de mujer, alas de pájaro y garras de lechuza, que acostumbra a salir por las noche para alimentarse con la sangre de los niños y para fertilizarse con el semen de los hombres solitarios, con el fin de engendrar demonios. Innana pide ayuda a Gilgamesh para que abata a la serpiente y ahuyente al pájaro Imdugud y a la virgen Lilith. Gilgamesh lo hace y, además, corta el árbol y se lo entrega a Innana para que se haga su trono y su lecho. Pero ella, agradecida, contruye además para él un pukku y un mikku, instrumentos musicales que Gilgamesh utiliza para convocar a los jóvenes a nuevas guerras. Entonces, a causa de la aflicción de las esposas, los instrumentos cayeron al abismo, al Inframundo, la morada de los muertos. Gilgamesh se lamenta por la pérdida de sus queridos instrumentos, y tanto tanto se lamenta que su amigo Enkidu (que permanece vivo en esta tablilla) se ofrece a bajar al abismo para rescatarlos, y allí es atrapado y no regresa. De nuevo se lamenta Gilgamesh, ante los dioses, llorando por la muerte de su amigo, pero sólo consigue que le muestren el modo de que regrese su espectro: Basta con que haga un agujero en la tierra para que el espectro de Enkidu salga del fondo del abismo. Y Gilgamesh habla con él y le pregunta por todo lo que ha visto...

Esta última imagen, y la primera, son de un maravilloso castaño que hay en El Tiemblo. No es el más grande, pero sí el más interesante. En algunos textos eruditos sobre el poema de Gilgamesh se especula con la posibilidad de que el árbol Huluppu fuese un sauce. ¿Tal vez porque fue plantado, en principio, a las orillas del río Eúfrates? Creo que no es motivo suficiente. Y puestos a especular, yo más bien diría que se trataba de un castaño (al fin y al cabo, el castaño es un árbol que prospera muy bien tanto en el valle como en la media montaña). Y añadiré un autorizado argumento literario que avala esta hipótesis: Me parece que fue el marqués de Sade el que contaba que iban por un bosque de castaños un clérigo, una mujer y su hija adolescente; la niña dijo que el fuerte aroma de la flor del castaño le resultaba familiar, y la mujer y el clérigo pasaron un momento de apuro, porque también lo reconocieron. Luego el marqués explica que "la flor del castaño posee efectivamente el mismo olor que ese prolífico semen que la naturaleza tuvo a bien colocar en los riñones de los hombres..." ¡Qué casualidad! ¿No era Lilith la que regresaba al vientre del castaño empapada en el semen de los hombres solteros? Además, no sé por qué, pero no me imagino a la bruja Lilith viviendo dentro del tronco de un sauce. Sí, en cambio, dentro de un castaño como el de la fotografía. ¿Qué opinas tú?