jueves, 3 de enero de 2008

El castañar de El Tiemblo

 

 

 

 

  

¿Un bosque sobrecogedor en medio de la niebla? Si tuviera que elegir uno, aquí cerca, sin duda te llevaría al castañar de El Tiemblo (a pie, por supuesto). Se puede llegar desde Casillas en un par de horas, subiendo por una pista forestal hasta pasar la cuerda por un collado. Se baja un poco más y ya estamos... 

 

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O bien subir en coche desde El tiemblo hasta el aparcamiento, y desde allí seguir las indicaciones... 

 

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En el Castañar de El Tiemblo podemos encontrar ejemplares como este:


 
Hace no más de cincuenta años los grandes castaños de este bosque estaban en pie, pero no sé por qué decidieron cortarlos casi todos. La tala fue brutal. Ahora, paseando, nos encontramos con lo que queda de ellos. Menos mal que el castaño es un árbol tozudo, que se resiste a morir, y que pacientemente rebrota y adquiere de nuevo formas y dimensiones mitológicas.

 
El "abuelo" del castañar de El Tiemblo también fue afectado por aquella "poda". Conserva un tronco enorme, de más de 12 metros de perímetro, pero desmochado y hueco.
 
 

Quedan en este bosque, no obstante, algunos ejemplares viejos que se salvaron, como éste...

 

... o como el que puedes ver otra entrada de este cuaderno dedicada al mito del árbol Huluppu.

Recordemos ahora una breve cita literaria:
 
... y no menos (altos) lo son los castaños, que es mantenimiento de gente pobre cuando les falta el pan, los cuales a veces están plantados en lugares montuosos, y así muy subjetos al ímpetu y frialdad de los vientos. Por lo cual los vistió y abrigó el Criador con aquel erizo que vemos por defuera, y después con dos túnicas, una más dura y otra más blanda que viste el fruto, que son como la dura máter y la pía máter que cercan y guardan los sesos de nuestro cerebro... ("Fragmento del "Tratado sobre las plantas y los animales", de Fray Luis de Granada)

 
Antiguamente, en muchos pueblos de España se consumían castañas todo el año. Pero a raíz de la introducción del cultivo del maíz y la patata, y especialmente a causa de los modernos hábitos alimentarios, su consumo ha decaído casi por completo. Sólo se mantiene un consumo ocasional y estacional, de carácter turístico o folklórico. Mientras que a comienzos del siglo XX la imagen de los puestos de castañas asadas, por las calles de las ciudades, era muy corriente, en Madrid este invierno he visto sólo un puesto, en la calle Carretas; no se si habrá algún otro.

No obstante, al igual que en Casillas, también en el Tiemblo la gente sigue aún recogiendo castañas en el bosque.