Cerca del Borbollón y los Covachones hay un sitio privilegiado, a casi 1.500 m. de altitud, bajo la protección de las cumbres del Berrueco y la Pizarra, en lo alto de un monte de pinares que está como encajado entre Casillas, Sotillo y La Adrada.
Se trata de una pradera con una fuente en la que, desde su perímetro, se miran robles, pinos, álamos y abetos.
Para llegar a ella se puede subir desde cualquiera de los tres pueblos citados, aunque aquí proponemos una ruta que parte del puesto de la Cruz Roja de Sotillo de la Adrada.
Durante el primer tramo de pista forestal pasaremos por la fuente de la Cancha. Un poco más arriba, algo apartado del camino junto a una finca privada, está uno de los escasos alcornoques singulares de los alrededores (al contrario que en Piedralaves, donde son innumerables).
La ventaja de esta segunda opción es que tendremos la oportunidad de tropezar con ejemplares de castaños de talla y edad considerables, y con algún que otro pino igualmente destacable.
La primera senda de subida arranca unos 300 metros más arriba de la finca donde está el alcornoque de la Cancha, y sigue con fuerte pendiente la garganta que lleva al paraje del Gamonal y luego, en un segundo tramo, al de las Lagunillas, donde hay una pequeña presa.
En la primera parte caminaremos entre pinos resineros, los más viejos con las cicatrices que antaño les causó el sangrado de su resina.
Poco a poco irán apareciendo robles y sobre todo castaños, algunos bastante añosos.
El segundo tramo de esta senda sigue después de atravesar una pista forestal que coincide con el trazado del GR-180 y que conduce a Casillas.
En este tramo los castaños aumentan de grosor, con perímetros entre 3 y 4 metros e incluso superiores, como ocurre con el que hay justo antes de llegar a La Presilla.
La Presilla, en tiempos de sequía como el actual, está casi vacía.
Antes de alcanzar la pista que conduce al Borbollón aún tendremos ocasión de contemplar algunos árboles más, incluido un majuelo, que es poco frecuente.
A partir de ahí el esfuerzo se dulcifica y regresan a nuestro alrededor los pinos resineros.
Ya arriba, el monte se convierte en una extensa loma de pinar casi llana, si se exceptúa el punto más alto ocupado por el roquedal de los Covachones. En medio de ella se encuentra una voluminosa construcción, antiguamente utilizada como corral para el ganado y que ahora ha sido parcialmente rehabilitada por las escuelas taller de Sotillo.
A pocos metros de dicha construcción se encuentra la pradera que constituye el objetivo principal de nuestra caminata. Siguiendo su perímetro, en el sentido de las agujas del reloj, veremos primero una masa de robles melojos con sus hojas profundamente lobuladas, en la que destaca un ejemplar con un perímetro de más de 3 metros y una edad de más de 200 años.
A continuación, desde el roble grande podemos ver alineados dos árboles que por su tamaño parecen gemelos, aunque no por su especie, pues se trata de un álamo temblón y de un pino silvestre. Detrás de la fuente, junto a otro roble, podemos ver dos abetos, únicos en la zona.
Los troncos del álamo y del pino son de perímetro parecido, cercano a los 2 metros, aunque pueden distinguirse por el aspecto de su corteza.
Los dos abetos son excepcionales, porque excepcionalmente fueron plantados aquí hace unos 50 años con el fin de observar su aclimatación y crecimiento, en comparación con los pinos de la zona.
Más allá de los dos abetos, vemos más robles y más pinos, estos últimos de buenas dimensiones.
Bien cerca de este prado está la fuente Miles, junto a la cual se eleva el pino resinero más viejo, grueso y alto del Borbollón, con un perímetro de tronco de 3,4 metros y unos 150 años de edad.
Tras beber el agua de la fuente Miles, hay que subir hasta el pico de los Covachones por dos motivos. El primero, para ver en el camino algunos buenos ejemplares de pino silvestre.
El segundo motivo es escalar las grandes rocas de ese hito geodésico, desde las que la vista puede recorrer los primeros 50 Km. del largo y ancho valle del Tiétar, desde la Peña Cenicientos hasta las cumbres de Gredos cerca de Arenas de San Pedro, con la sierra de San Vicente enfrente.
Desde esa altura se hace evidente lo que nos dicen los geólogos, que el valle es una gran fosa tectónica. Su anchura no puede ser culpa de la erosión de las aguas de un río tan modesto como el Tiétar, por mucho que en tiempos pasados no lo fuera tanto.
El regreso de esta larga excursión tal vez convenga hacerla por el camino menos accidentado, es decir, por el camino forestal del Canto de la Linde (tramo ABC en azul). No obstante, también puede hacerse bajando desde los Covachones hasta Casillas, pasando por el collado de las vacas y por la zona recreativa de las Eras del Prado.
En el primer caso, forzosamente tendremos que ver el castañar del Arroyo Franquillo, que es punto y aparte en lo que se refiere a concentración de árboles centenarios. A dicho castañar ya se le ha dedicado una entrada aparte en este blog, de modo que nos limitaremos ahora a un par de imágenes, la primera de una curiosa formación de un pino, la segunda de unos de los grandes castaños junto a la pista forestal.
Si se baja hacia Casillas, en el último tramo todo es castañar, con ejemplares monumentales, que también hemos visitado en otra entrada de este blog.